Amparo Herrera (a) y Pedro Macizo (b)
(a) Dept. de Psicología Básica y Metodología, Universidad de Murcia, España
(b) Dept. de Psicología Experimental, Universidad de Granada, España
En los modelos de procesamiento numérico se asume que para llegar a la información fonológica que nos permite nombrar un dígito arábigo como “3”, tenemos que acceder previamente a su significado (la cantidad 3). Esto no es necesario cuando leemos una palabra numérica como “tres”, pues podemos pronunciarla sin entender a qué cantidad se refiere. Pero nuestro equipo ha mostrado recientemente que tanto la denominación de dígitos arábigos como la lectura de palabras numéricas pueden realizarse sin acceder al significado. Creemos que el acceso directo a la fonología en el caso de los dígitos arábigos podría derivarse del aprendizaje temprano y de la frecuencia de uso de este tipo de símbolos numéricos.
Nuestra vida diaria está repleta de información numérica que a veces aparece como símbolos (p.ej., palabras numéricas como “tres” o dígitos arábigos como “3”) y otras veces como numerosidad física (p.ej., número de puntos de la cara de un dado). La investigación psicológica se ha interesado en examinar si el formato de presentación del número influye en la manera en que verbalizamos la información numérica. Un fenómeno similar se ha estudiado en la producción del habla, comparando la información necesaria para denominar un dibujo o leer una palabra. Se asume que la simple lectura de palabras numéricas, al igual que la de cualquier palabra, puede realizarse sin recuperar su significado, por conexión directa entre la ortografía y la fonología de las palabras (p.ej., Fias, Reynvoet, y Brysbaert, 2001). Por otra parte, la denominación de cantidades físicas, al igual que la de dibujos, requiere un acceso a la representación mental de la cantidad, es decir, a su significado (p.ej., Roelofs, 2006). Sin embargo, una cuestión interesante es el caso de símbolos numéricos como los dígitos arábigos, que mantienen una relación arbitraria tanto con su fonología como con su significado.
Algunos autores proponen que las palabras numéricas y los dígitos pueden nombrarse recuperando su significado (ruta semántica) o no (ruta asemántica). Sin embargo, mientras que con las palabras numéricas estas dos rutas funcionarían a la vez, con los dígitos la ruta asemántica sería débil y lenta (p.ej., Dehaene, 1992), de manera que sólo se haría evidente cuando la ruta semántica estuviese dañada. Acorde con esta propuesta, existen datos de pacientes neuropsicológicos que conservan la capacidad de nombrar dígitos pero que muestran dificultades en su comprensión (p.ej., Dehaene y Cohen, 1997). Sin embargo, en personas sin daño cognitivo se ha observado que en tareas de denominación el tiempo de respuesta ante un dígito arábigo es menor cuanto menor es la distancia numérica con el dígito previamente nombrado, lo que se ha interpretado como un indicio de la recuperación de su significado (p.ej., Fias y col., 2001).
Recientemente, nuestro equipo ha encontrado que incluso en personas sin daño cognitivo se puede observar el acceso a la información fonológica en la denominación de dígitos arábigos sin previo acceso al significado (Herrera y Macizo, 2011, 2012). Estudios previos han mostrado que en tareas de denominación de dibujos, cuando los dibujos que se presentan pertenecen a una misma categoría semántica, p.ej., muebles (contexto homogéneo), los tiempos de respuesta son mayores que cuando los dibujos que se presentan pertenecen a distintas categorías semánticas, p.ej., muebles y vehículos (contexto heterogéneo). Este efecto se ha llamado de interferencia semántica. Sin embargo, cuando la tarea es leer palabras, no hay diferencias entre el contexto homogéneo y el heterogéneo (Kroll y Stewart, 1994). Esta diferencia entre dibujos y palabras es consecuencia de las diferentes etapas requeridas para acceder a la información fonológica de la palabra (véase Figura 1).
Figura 1.- Etapas de procesamiento requeridas para nombrar cada tipo de notación numérica.
Al denominar un dibujo se activa primero su significado (concepto) y la activación se propaga a otros conceptos de la misma categoría. En la condición de contexto homogéneo hay, por tanto, una gran activación de la categoría que se está nombrando en ese momento. Esta activación se traslada al nivel léxico, de manera que hay varias palabras candidatas (lemas) entre las cuales se selecciona una para, posteriormente, recuperar su forma (su fonología) y poder pronunciarla. En el contexto homogéneo la competición entre los lemas es mayor que en el heterogéneo y, por tanto, el proceso de selección es más lento, observándose el efecto de interferencia semántica. En la denominación de palabras, la palabra escrita activa directamente el lema y su fonología, sin activación semántica, por lo que no se da tal competición.
En Herrera y Macizo (2011, 2012) adaptamos este paradigma introduciendo los números como una de las categorías. Realizamos varios experimentos con cada tipo de notación numérica, examinando el efecto del contexto semántico en palabras numéricas (“tres”), dígitos arábigos (“3”), numerosidad física (un conjunto de puntos) y números romanos (“III”). La diferencia entre la condición en que los números aparecían agrupados (contexto homogéneo) y la condición en que aparecían mezclados con ítems de otras categorías (contexto heterogéneo) varió en función del tipo de notación numérica. Como aparece resumido en la Figura 2, para palabras numéricas y dígitos arábigos, el contexto homogéneo produjo tiempos de respuesta menores que el heterogéneo. Sin embargo, cuando la categoría numérica se presentó como conjuntos de puntos o como números romanos, el contexto homogéneo dio lugar a mayores tiempos de respuesta, similar a lo observado en la denominación de dibujos. Es decir, existe una asimetría en el efecto de contexto semántico en función de la notación: facilitación para palabras y dígitos, e interferencia para numerosidad física y números romanos.
Figura 2.- Efecto del contexto semántico sobre el tiempo de respuesta (contexto heterogéneo -mixto- menos contexto homogéneo -bloqueado) en función del formato de presentación de la categoría numérica.
La asimetría entre las palabras numéricas y la numerosidad física es esperable teniendo en cuenta las diferencias que ya comentamos arriba, cuando las personas nombraban palabras y dibujos. Sin embargo, es importante la diferencia entre los números romanos y los dígitos arábigos. En nuestra opinión, la diferencia fundamental radica en la frecuencia de uso. Los dígitos arábigos se aprenden tempranamente en la escuela y son muy utilizados. Los números romanos, sin embargo, se aprenden más tardíamente y, aunque se componen de letras que usamos a menudo, la verbalización de estas letras en referencia a cantidades (p.ej., decir “seis” al ver “VI”) es más bien escasa en la vida diaria. Así, cuanto mayor sea la frecuencia con que decimos los números desde un formato (p. ej., dígitos arábigos), mayor será la disponibilidad de la ruta asemántica.
Finalmente, el efecto de facilitación producido por el contexto homogéneo en palabras y dígitos creemos que podría tener lugar a nivel fonológico, tratándose de un efecto asociativo y no semántico. Nos basamos en que los números se aprenden como una secuencia de palabras y se usan, con frecuencia, como tal secuencia en el conteo de elementos. Creemos que esta coocurrencia repetida da lugar a que la activación de la fonología de una palabra numérica desencadene la activación de la fonología de otras palabras numéricas. Estudios posteriores pueden dar una respuesta más definitiva a esta propuesta, analizando lo que ocurre con otros estímulos aprendidos como secuencias (p.ej., meses, letras, etc.). En resumen, nuestros estudios demuestran que, igual que ocurre con las palabras, podemos leer dígitos arábigos sin activar su significado.
Abordar un conflicto es como entrar a navegar en un lago helado. Algunas personas prefieren primero probar el agua, sumergir sólo el pie y penetrar lentamente. Quieren acostumbrarse al frío de modo gradual. Sin embargo otros, prefieren sumergirse tomando carrera y dando un salto, para que el choque con el frío quede atrás rápidamente. Así es como distintas personas utilizan diferentes estrategias para enfrentar los conflictos. Estas estrategias las aprendemos de niños y luego funcionan automáticamente. Todos tenemos una estrategia personal que hemos aprendido y que podemos cambiarla o reformarla al conocer nuevos métodos más eficaces para manejar los conflictos.
En cualquier conflicto debemos considerar dos preocupaciones:
Alcanzar una meta (la preocupación por uno mismo)
Mantener una relación apropiada con la otra persona (la preocupación por los otros)
El modo en que abordamos un conflicto depende de la importancia que tenga para nosotros la meta y la relación con la otra persona. Una forma de elegir la estrategia puede ser ubicar por separado las dos preocupaciones en una escala que vaya desde lo ?no importante? hasta lo ?sumamente importante?; y determinar así cuál es la estrategia que mejor se adecua a la situación. Sobre esta base es posible definir cinco estrategias.
Negociaciones para la resolución del problema
Cuando tanto la meta como la relación son sumamente importantes, iniciamos negociaciones para resolver el problema. Buscamos soluciones tales que ambas partes alcancemos nuestras metas respectivas y resolvamos todas las tensiones y los sentimientos negativos. Sin abandonar nuestros intereses, tratamos de encontrar un modo de conciliarlos con los de la otra persona.
Suavizar
Cuando la meta no es importante, pero lo es en grado sumo la relación, renunciamos al objetivo para reservarle a la relación la más alta calidad posible. Es importante el buen humor y las disculpas si son necesarias.
La actitud de fuerza, o del tipo ?yo gano-tu pierdes?
Cuando la meta es sumamente importante y la relación no, tratamos de alcanzar nuestro objetivo forzando o persuandiendo a la otra parte para que ceda. Competimos para ganar en una relación del tipo gano-pierdes. Por ejemplo al comprar un auto usado queremos pagar lo menos posible y no nos importa como se siente el vendedor. En una competencia de natación tratamos de llegar primero sin pensar en como se sienten los otros nadadores. Las tácticas para persuadir son desplegar argumentos convincentes, establecer un plazo, afirmarse en una posición, o formular exigencias que exceden lo aceptable.
Transigencia recíproca
Cuando tanto la meta como la relación son moderadamente importantes, y ninguna de las partes parece obtener lo que quiere, tal vez haya que renunciar a una parte del objetivo y asimismo sacrificar parte de la relación para llegar a un acuerdo. Esto puede suponer llegar a un acuerdo y conformarse con la mitad de la meta, pero sin dañar la relación. Generalmente se elige esta estrategia cuando los disputantes querrían negociar pero no cuenta con el tiempo para hacerlo.
Repliegue
Cuando la meta no es importante y uno no necesita mantener una relación con la otra persona, tal vez desee renunciar a ambas cosas y de tal modo se sustraiga a la persona y al problema. En muchas ocasiones es preferible replegarnos de un conflicto hasta que uno mismo y la otra persona nos hayamos calmado y podamos controlar nuestras emociones.
Eficacia
Para elegir una estrategia debemos creer que dará resultado. Cada estrategia es preferible en determinadas condiciones, a saber:
La negociación para resolver el problema: hay una buena relación entre nosotros y la otra persona, hay más posibilidades de encontrar alternativas que nos permitan alcanzar nuestros objetivos, y cada uno de nosotros confía en el otro y en sus propias capacidades.
La suavización: los intereses de la otra persona parecen más importantes que los nuestros y disponemos de poco tiempo.
La actitud de fuerza del tipo ?gano-pierdes?: la relación es temporaria y sólo nos interesa conseguir nuestra meta.
La transigencia: el compromiso de ambas partes con sus respectivos intereses está decreciendo, y aumenta la presión del tiempo. En poco tiempo necesitan llegar a un acuerdo y cuentan con poco tiempo.
El repliegue: pensamos que la relación está terminando, y que la otra persona parece irracional e incapaz de resolver el problema.
Conclusiones
Ante un conflicto debemos analizar nuestra meta y quien es la otra persona.
Si nuestra meta es sumamente importante y también la relación, debemos intentar llegar a una negociación, si no contamos con el tiempo suficiente transigir, o suavizar. Si la otra persona está nerviosa conviene un repliegue, para dejar el problema pendiente de resolver.
Sólo en una relación de competencia o de compra-venta puedo utilizar la estrategia “tu ganas-tu pierdes”, nunca debo utilizarla con personas que tengo una relación buena y estable.
Eligiendo como enfrentar los conflictos, podemos desarrollar un plan de acción primero mental y luego en concreto, que nos permita abordarlos con éxito.
Recuerden que la violencia verbal o física nunca será una estrategia para resolver problemas, sólo es una forma arrebatada, impulsiva y poco racional de afrontar las diferencias.
La mala calidad del sueño podría envejecer el cerebro
Cuatro nuevos estudios asocian el sueño inadecuado con el declive mental
LUNES, 19 de julio (HealthDay News) -- Se acumula la evidencia de que los patrones negativos de sueño podrían hacer más que ponerle de mal humor: la cantidad y la calidad del sueño podría relacionarse con el deterioro mental y la enfermedad de Alzheimer, sugieren cuatro estudios recientes.
Un estudio equiparó la falta o el exceso de sueño con dos años de envejecimiento del cerebro. Un estudio distinto concluyó que las personas con apnea del sueño (las interrupciones en la respiración durante el sueño) tenían el doble de probabilidades de desarrollar problemas leves de pensamiento o demencia en comparación con las personas que duermen sin problemas. Pero otro sugiere que la somnolencia diurna excesiva podría predecir unas menores habilidades de memoria y pensamiento, lo que se conoce como declive cognitivo, en las personas mayores.
"No sabemos si los cambios en el sueño, como la apnea en el sueño o las interrupciones, son señales de un declive venidero o su causa, pero estos cuatro estudios... aclaran que esta es un área que necesitamos explorar más", comentó Heather Snyder, directora asociada principal de relaciones médicas y científicas de la Asociación de Alzheimer (Alzheimer's Association) en Chicago, quien no participó en el estudio.
Los hallazgos se presentaron el lunes en la reunión anual de la Asociación de Alzheimer, en Vancouver.
El mayor de los estudios, que examinó datos sobre más de 15,000 mujeres del Estudio de la salud de las enfermeras de EE. UU., sugirió que las que dormían cinco horas o menos al día, o nueve o más horas al día, tenían un funcionamiento mental más bajo del promedio que las participantes que dormían siete horas al día. Un exceso o falta de sueño fue cognitivamente equivalente a envejecer dos años, según la investigación, que dio seguimiento a las mujeres durante 14 años a partir de la mediana edad.
El estudio también observó que las mujeres cuya duración de sueño cambiaba en dos horas o más al día a partir de la mediana edad tenían una peor función cerebral que las participantes sin cambios en la duración del sueño, un hallazgo que se sostuvo independientemente de la duración usual de su sueño al inicio del estudio.
"Comenzamos con la hipótesis de que los cambios extremos en la duración del sueño podrían ser peor para la función cognitiva porque afectan al ritmo circadiano, así que estos resultados encajan bien", señaló la autora del estudio Elizabeth Devore, epidemióloga asociada del Hospital Brigham and Women's de Boston. "Creo que esto nos da datos para pensar sobre intervenciones basadas en el sueño y en el ritmo circadiano como ruta de abordar la función cognitiva". El ritmo circadiano es el término para los cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas.
A continuación, las otras investigaciones nuevas que asocian el sueño con la función cerebral:
Científicos de la Universidad de California, en San Francisco, midieron la calidad del sueño de más de 1,300 mujeres de más de 75 años usando sensores y registros de los cambios físicos durante el sueño. Hallaron que las participantes con respiración afectada durante el sueño o apnea del sueño tenían más del doble de probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo leve o demencia en un periodo de cinco años que las que no presentaban dichas afecciones. Las que tenían el mayor nivel de vigilia nocturna eran más propensas a tener peores puntuaciones en pruebas de fluidez verbal y cognición global.
En Francia, casi 5,000 franceses mentalmente sanos mayores de 65 años fueron evaluados cuatro veces en ocho años. Los investigadores observaron distintos aspectos del insomnio, y hallaron que la somnolencia diurna excesiva, reportada por 18 por ciento de los participantes, aumentaba el riesgo de declive mental. No sucedió lo mismo con la dificultad para permanecer dormido.
Científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis, obtuvieron muestras de sangre y líquido cefalorraquídeo de tres grupos de voluntarios (un grupo con demencia, otro grupo sano de la misma edad y un grupo más joven), durante 36 horas, y hallaron que los patrones diarios de sueño se relacionaban con los niveles de proteínas amiloideas. Esas proteínas se reconocen como un indicador de la enfermedad de Alzheimer.
Aunque Snyder y Devore concurrieron en que se necesita más investigación, los estudios potencialmente preparan el camino para intervenciones del sueño que podrían mantener el deterioro mental a raya.
"Quizás podamos ayudar a esos individuos", comentó Snyder. "Si tiene problemas para dormir, quizás lo mejor sea darles seguimiento con el proveedor de atención de salud".
Dado que las investigaciones presentadas en conferencias científicas no han sido revisadas por profesionales ni publicadas en revistas médicas, sus resultados se consideran preliminares.
Además, si sufre de insomnio, no crea que está condenado a desarrollar demencia. Aunque los estudios reportaron una asociación entre los trastornos del sueño y el declive mental, no muestran una relación causal.
Las personas altruistas tienen mayor volumen de materia gris en el cerebro
investigación relaciona por vez primera la neurofisiología con la generosidad humana
Las personas que se comportan más altruistamente presentan mayor cantidad de materia gris en la unión entre el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro, en comparación con los individuos egoístas. Esto es lo que han revelado los resultados de un estudio realizado por especialistas de la Universidad de Zúrich, en Suiza, que constituyen la primera constatación de una conexión entre la anatomía cerebral, la actividad del cerebro y el comportamiento altruista. Por Yaiza Martínez.
Micrografía de la materia gris. Fuente: Wikimedia Commons.
El volumen de una pequeña región del cerebro influye en la predisposición individual al comportamiento altruista.
Esto es lo que revelan los resultados de una investigación realizada por científicos de la Universidad de Zúrich, en Suiza, en la que se ha constatado que las personas que se comportan más altruistamente presentan mayor cantidad de materia gris en la unión entre el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro, en comparación con los individuos egoístas.
En general, se entiende por altruismo la tendencia a hacer el bien a los demás, aún a costa del propio provecho. ¿Por qué algunas personas son altruistas y otras no?
Estudios previos habían indicado que ciertas categorías sociales, como el sexo, los ingresos o la educación, podían explicar las diferencias existentes en el comportamiento altruista individual.
Por otro lado, estudios neurocientíficos recientes han demostrado que ciertas diferencias en la estructura cerebral pueden relacionarse con rasgos y habilidades distintivos de cada personalidad.
Ahora, por vez primera, los investigadores de la Universidad de Zúrich, dirigidos por Ernst Fehr, director del Departamento de económicas de dicha Universidad, demuestran la conexión entre la anatomía cerebral, la actividad del cerebro y el comportamiento altruista, informa la Universidad de Zúrich en un comunicado.
Buscando un origen neurofisiológico
Para analizar si las diferencias en este tipo de comportamiento tienen un origen neurobiológico, se pidió a un grupo de voluntarios que dividieran cierta cantidad de dinero entre ellos y otra persona anónima.
A los participantes se les ofreció en todo momento la opción de sacrificar cierta cantidad del dinero en beneficio de ese otro individuo desconocido. Dicho sacrificio fue calificado como “altruista”, porque suponía ayudar a otro, a costa del beneficio propio.
Los investigadores encontraron grandes diferencias en el comportamiento de los participantes: algunos de ellos estuvieron siempre dispuestos a compartir el dinero con la persona anónima, mientras que otros no estuvieron dispuestos a hacerlo casi nunca.
El objetivo de esta tarea era encontrar la causa neurobiológica de estas diferencias en la actitud individual. Investigaciones previas habían demostrado que cierta región del cerebro –el lugar en que los lóbulos parietal y temporal se encuentran- está relacionada con la capacidad de ponerse en la piel de otras personas para comprender sus pensamientos y sentimientos.
Dado que el altruismo está probablemente relacionado con esta capacidad, Fehr y su equipo sospecharon que diferencias individuales en esta parte del cerebro podrían estar vinculadas a las diferencias en el comportamiento altruista de los voluntarios.
Y acertaron. Tal y como afirma Yosuke Morishima, otro de los autores de la investigación: “Los voluntarios que se comportaron más altruistamente también tenían una mayor proporción de materia gris en la unión entre los lóbulos parietal y temporal”.
La proporción de materia gris existente en la unión (en amarillo) entre los lóbulos temporal y parietal está positivamente relacionada con la tendencia al comportamiento altruista. Fuente: UZH.
Diferencias en la actividad cerebral
Los participantes en el presente estudio también mostraron marcadas diferencias en lo que a actividad cerebral se refiere, en el momento de decidir cómo distribuir el dinero.
Se constató que, en el caso de los individuos egoístas, una pequeña región del cerebro situada detrás de la oreja se activaba ya cuando el coste del comportamiento altruista era muy bajo.
En las personas altruistas, sin embargo, esta región del cerebro se activaba solo cuando el coste del comportamiento altruista era muy alto.
En general, dicha región se “encendió” de manera especialmente fuerte en todos los voluntarios, cuando estos alcanzaban los límites de lo que ellos mismos consideraban “un comportamiento altruista apropiado”.
La razón, sospechan los investigadores, es que es en ese momento cuando existe la mayor necesidad de superar el egocentrismo humano natural, lo que se haría mediante la activación de esa área del cerebro.
Fehr agrega que: “Estos resultados nos resultan muy interesantes. Sin embargo, no se debe extraer de ellos la conclusión de que los comportamientos altruistas vienen determinados solo por factores biológicos”.
De hecho, el volumen de la materia gris también está influenciado por procesos sociales. Según el científico, estos hallazgos plantean, por tanto, la fascinante cuestión de hasta que punto es posible propiciar el desarrollo de regiones cerebrales clave en el comportamiento altruista, a través de una formación apropiada o de las normas sociales. Los resultados de la presente investigación han aparecido publicados en la revista Neuron.
Otros vínculos entre biología y altruismo
Otros estudios han establecido en los últimos años relaciones entre al altruismo y la biología. En 2010, un equipo de investigadores alemanes hizo público su hallazgo de un gen vinculado al altruismo: las personas que presentaban un tipo de minúscula variante en dicho gen eran el doble de generosas en obras de caridad que aquellas personas que no tenían dicha variante.
Por otro lado, en 2007, científicos hebreos descubrieron que existía una variación en otro gen concreto, el AVPR1a, en los individuos más altruistas. Según los investigadores, este hallazgo supuso la demostración empírica de la generosidad como comportamiento genético.
LUNES, 9 de julio (HealthDay News) -- Reducir la cantidad de tiempo que pasa sentado cada día y ver menos televisión podría añadirle años a su vida, según un estudio reciente.
Investigadores analizaron datos de la Encuesta nacional de entrevista de salud y nutrición (NHANES) de EE. UU. de 2005-2006 y de 2009-2010 para determinar la cantidad de tiempo que los adultos estadounidenses pasan viendo tele y sentados cada día.
Combinaron esos datos con hallazgos de estudios que examinaban la relación entre la cantidad de tiempo que las personas se pasan sentadas y las muertes por todas las causas.
Y en lo que llaman una relación causal, los investigadores concluyeron que si los adultos limitaran el tiempo que pasan sentados cada día a menos de tres horas, podrían aumentar su esperanza de vida en más de dos años. Restringir al televisión a no más de dos horas por día podría prolongar la vida en unos 1.4 años.
Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 9 de julio de la revista BMJ Open.
"Los resultados de este estudio indican que pasar mucho tiempo sentado y viendo televisión podría tener el potencial de reducir la esperanza de vida en EE. UU.", escribieron los investigadores en un comunicado de prensa de la revista.
Los datos de la NHANES mostraron que los adultos estadounidenses están ocupados con actividades sedentarias el 55 por ciento de su día, en promedio, lo que significa que se necesitan cambios conductuales importantes en toda la población para lograr mejoras notables en la esperanza de vida, anotaron los investigadores.
Varios estudios han relacionado pasar mucho tiempo sentados y viendo televisión con una mala salud, como la diabetes y la muerte por enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular.
Crónicas CCCB: “La consciencia: un viaje de la materia a la imaginación.” (con Ignacio Morgado)
“El principal dilema en el estudio de la consciencia está en saber cómo la materia se transforma en imaginación.”
Ignacio Morgado, catedrático de psicología en la Universidad Autónoma de Barcelona
“La consciencia no necesita una explicación, sino una cura.”
Gerald Edelman, neurobiólogo, premio Nobel en 1972
A modo de presentación
Ignacio Morgado
“La relación entre los científicos y literatos será comunicativa”. Ésta es una de las frases más citadas de C.P. Snow, el fundador de la llamada Tercera Cultura, un puente lanzado allá por 1959 para separar la brecha entre las ciencias y las letras. Y a ese intento se han sumado en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) con la organización de las charlas “En los orígenes de la mente humana”, que cuenta por estos días con ponentes como Ignacio Morgado, Henry Markram o Michael Gazzaniga, entre otros. La charla inicial corrió a cargo del primero de ellos y, en su presentación, el responsable del CCCB confesaba que el centro se dirige al debate de ideas y cultura (en su sentido tradicional, más “humanístico” y social), pero que son conscientes de que cada vez más la ciencia tiene un papel central en el enjambre del discurso. Por ello, nada mejor que aprovechar el año de la Neurociencia para desarrollar este ciclo. Al fin y al cabo, pocas disciplinas mejores para hablar de ideas como la ética o la misma libertad.
Si hay una ciencia social, ésa es la neurociencia.
Y ahora: espejos, animales, muñecas Barbie, cisuras cerebrales, música, religión y selección natural. La charla.
Introducción
Morgado habla con pasión ya desde las primeras palabras, aunque sean las de introducción, las que sitúan el problema. Define “la mente como un conjunto de procesos”, advirtiendo de que “la consciencia es unificada e intransferible, y relativamente independiente de la voluntad”. Al fin y al cabo, uno no deja de ser consciente cada vez que quiere. Puede tomar un somnífero, sí, pero no elige dejar de ser uno mismo como puede elegir (¿o cree que puede elegir?) el canal de televisión. Además es “continua e ilusoria”. Por ejemplo: no todas las señales llegan al unísono. Si vemos una carrera de caballos el color nos llega antes que su movimiento, pero la imagen no se fractura, sino que se integra.
(un poco menos de sufrimiento para Funes, el memorioso, a quien Borges concedió una memoria tan prodigiosa que cada caballo era un único caballo, con su particular anatomía, con su característico número de pelos en su crin.)
De la misma manera no somos capaces de observar el trayecto de nuestros ojos en un espejo: el cerebro paraliza la visión con su movimiento. Lo que sí está claro es que podemos reconocernos al mirarnos en él, y esto es algo que clásicamente se ha propuesto como examen y prueba de la existencia de consciencia. Si siguiéramos ese principio sólo unas pocas especies aprobarían: los chimpancés, los bonobos, los delfines y los elefantes. Pero el espejo no parece ser la prueba de fuego. Cada vez existen más dudas de que sea el criterio único. En cuanto nos libramos de un cierto antropocentrismo vemos que hay científicos creyendo que algunos animales también pueden tener consciencia pero mediante algo que no tiene nada que ver con ojos y espejos, sino con olores. Se piensa que es su propio olor quien puede hacerles reconocerse.
(una pequeña cura de humildad para nuestras referencias)
Ahora, si siguiéramos en parte el esquema periodístico de las preguntas necesarias (las de quién, cómo, dónde o por qué), y suponiendo hemos tratado el tema del quién, deberíamos pasar al dónde.
Las cisuras, las muñecas Barbie y el dónde de la consciencia
La respuesta a la pregunta del lugar es en realidad una respuesta al cómo, que veremos más adelante. El dónde parece venir dado por una forma global de funcionamiento del cerebro, capaz de integrar(se) y armonizar(se). Sin embargo, dentro de los lugares hay uno que Morgado recalca con especial devoción. Y puede entenderse por qué. Es lo que se conoce como cisura insular, una zona profunda de nuestro cerebro que es también una de las favoritas del neurólogo Antonio Damasio. La cisura insular es una pequeña zona que recibe información de las diferentes sensaciones del cuerpo. Y en ella basa su teoría Damasio al afirmar que las emociones, los sentimientos, son el fondo una representación corporal. Que, por tanto, no es posible la felicidad ni la tristeza sin sensación. En su libro ´En busca de Spinoza´ escribe:
“piense (el lector) que está tendido en la arena; el sol del final del día calienta ligeramente su piel, el océano chapotea a sus pies, y oye un murmullo de hojas de pino en algún punto situado detrás de él; además, sopla una suave brisa estival, la temperatura ambiente es de 26ºC y no hay una sola nube en el cielo. Tómese el lector su tiempo y saboree la experiencia. Voy a suponer que no se aburre como una ostra y que, en cambio, se siente muy bien, extraordinariamente bien, como le gusta decir a un amigo mío; y la pregunta es: ¿en qué consiste este “sentirse bien”? He aquí algunas pistas: quizá la calidez de su piel eraconfortable. Su respiración era fácil, inspirar y expirar, sin ningún impedimento por parte de ninguna resistencia en el pecho o en la garganta. Sus músculos estaban tan relajados que no podía sentir ninguna tensión en las articulaciones. El cuerpo se sentía ligero, tumbado sobre el suelo pero etéreo. El lector podía supervisar el organismo como un todo y notar que su maquinaria funcionaba de manera uniforme, sin fallos, ni dolor: la simple perfección. Tenía la energía necesaria para moverse, pero de alguna manera prefirió permanecer quieto, una combinación paradójica de la capacidad y la inclinación para actuar.”
Los sentimientos necesitan de sensaciones, según Damasio
La cisura insular es la principal responsable de recoger esas sensaciones (tanto las de la playa como puedan ser las de enfermedad, claro está). Pero además, hace no mucho se ha visto que en la parte anterior de la cisura insular del hemisferio derecho (curiosamente, subraya Morgado, “sólo en el derecho”) hay una metarrepresentación de la parte posterior. Una suerte de espejo neuronal que nos permite saber que ese estado corporal soy yo, es mío, me corresponde a mí.
(los espejos no parecen querer abandonarnos)
Y no debería resultar demasiado evidente que pensemos en nuestras sensaciones como nuestras. En “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, el neurólogo Oliver Sacks relata el caso de un paciente que sentía ajena su propia pierna derecha. Como si se tratase de una broma y alguien hubiera traído a su cama la pierna de un cadáver de la sala de disección. Tal era su convicción quecuando la tiró de la cama, sin explicarse cómo, cayó él también detrás de ella… y ahora la tenía unida al cuerpo.
(Tal es la importancia que Sacks concede a la conciencia de nuestro cuerpo, la llamada propiocepción, que la considera el sexto sentido, a la altura en importancia de los cinco clásicos. Lo cual puede servir para alentar el debate: ¿puede considerarse la propiocepción el sexto sentido?)
Una prueba más de que no debería resultarnos evidente el sentirnos limitados por nuestra piel viene de Estocolmo, donde investigadores del Instituto Karolinska han conseguido “trasladar” la sensación corporal a otro cuerpo, real o virtual (como una muñeca Barbie). Gran parte del proceso se puede ver en el vídeo anexo. Básicamente, los científicos acoplan una cámara en la cabeza del voluntario que proyecta la imagen de la muñeca y, mediante sincronía perceptiva (golpeando o acariciando al unísono sus piernas y las de la Barbie) logran trasladar la conciencia del propio cuerpo a la del juguete. Tanto es así que, cuando se amenaza con golpear en la nuca a la muñeca, el propio voluntario se asusta pensando que es a él a quien amenazan en realidad.
Y estos experimentos no son un mero juego o una demostración básica de que no debemos dar apenas nada por sentado. Se piensa que esta propiedad podría ser útil en el uso de una gran batería de tecnologías. El hecho de “trasladarse a otro cuerpo” hace que la precisión y la sensación de realidad pueda ser mucho mayor en el caso de herramientas como las que se usan para desactivar minas a distancia. O en el caso de los cirujanos, quienes, según Morgado, podrían sentirse literalmente “dentro del cuerpo” que operan.
Bien, sorprendente, sí. Pero en realidad, ¿para qué la consciencia?
Los qualia y el para qué de la consciencia
Si, como afirmaba el genetista ruso Thedosius Dobzhansky, “nada tiene sentido si no es a la luz de la evolución”, y si, como afirmó el conductor de la charla, el biólogo Jaume Bertranpetit citando al profesor Ramón Margalef, “la mente no evoluciona para entender el mundo, sino para sobrevivir”, alguna ventaja fundamental debe aportar la consciencia para haberse mantenido tras su aparición. Para Morgado esta ventaja tiene que ver básicamente con la información y la flexibilidad. Y hace un doble razonamiento en negativo: cuando tomamos consciencia de algo (un pájaro, una flor) no sólo captamos “lo que es”, sino que captamos sobre todo “lo que no es” (que tiende a infinito). A eso es a lo que se conoce como qualia: un contenido particular de la consciencia que permite condensar una gran cantidad de información y que nos ayuda a responder (una flor “no” es una serpiente, por ejemplo. Una flor no es peligrosa, luego no hay que huir). Esto hace que la consciencia funcione como un integrador, de una forma no lineal. Y éste es el segundo razonamiento negativo: para que un robot fuera “humano” debería ser un multirobot, uno encargado de cada función, trabajando de forma lineal. Muy eficiente para tareas concretas, pero débil ante la novedad.
¿Y cómo crea el cerebro la consciencia?
Para Morgado esta pregunta se desdobla en dos, a las que denomina “soft problem” y “hard problem”.
Tálamo (en naranja)
El ´soft problem´ consistiría “simplemente” en conocer cuáles son los lugares y mecanismos cerebrales que la hacen posible. Como en toda investigación, candidatos hay varios. Con la particularidad de que aquí se han ido sucediendo hasta sumarse. El principal, comenta Morgado, era el tálamo, un pequeño lugar de paso en el centro del cerebro que sirve de relevo a la mayor parte de las neuronas que llegan a la corteza cerebral, la parte del cerebro más evolucionada. Los datos eran reveladores: podía perderse o alterarse parte de la corteza (como le sucedió a Phineas Gage) que la consciencia era capaz de mantenerse inalterable. Pero si se lesiona el tálamo tiene lugar la oscuridad. Por ello se le llamó “el umbral de la consciencia”. El problema es el contrario: cuando un individuo se encuentra anestesiado (y por tanto inconsciente) el tálamo permanece activo, luego su funcionamiento no equivale a la consciencia. Es necesario, sí, pero no suficiente. De forma parecida se ha pensado en el tronco del encéfalo o, a nivel funcional, en la sincronía de las señales cerebrales. Ahora mismo, sin embargo, la mejor teoría es también la más globalizadora: una vez que se cumplen las condiciones necesarias, “la consciencia aparece cuando toda la corteza cerebral funciona en equipo”, de forma que la consciencia aparece como una cualidad emergente que no puede predecirse a partir de las partes, sino que surge de su reunión y colaboración. Y esto permite además explicar que sea incluso cuantitativa: la consciencia no es un todo o nada, sino que es gradual. Es evidente que uno “posee más consciencia” una hora después de despertarse, ya tomado el café, que cuando suena el despertador. Y explica también la escala que se produce con los animales: a menor funcionamiento e integración, menor consciencia.
(Claro que: ¿y los bebés, qué clase de consciencia presentan? ¿es posible una cierta consciencia sin memoria, sin la capacidad del recuerdo?)
El ´hard problem´ es más complicado, si cabe. Podemos reconocer las zonas cerebrales que tienen que ver con la consciencia, las señales que transmiten, su mecanismo interno, pero: ¿cómo es que la materia y la energía se convierten en imaginación? Es ésta la verdadera frontera. Y, como comenta Morgado, no sólo es que no lo sepamos, es que ni siquiera tenemos hipótesis. Y esto no nos permite ni siquiera aventurar.
(es como intentar pensar en un color inexistente)
Entonces entra en juego algo que se aleja de la ciencia y se acerca, en cierto modo, a la filosofía. Y aquí Morgado se deja llevar. Acelera los conceptos, alza la voz, va adelante y atrás, “dialoga” y discute con otros teóricos no presentes.
En un principio se muestra levemente optimista. Si el cerebro depende de la evolución, quizás es cuestión de que no ha evolucionado lo suficiente. Pero lo toma como el mayor reto que debemos afrontar. Gerald Edelman, el premio Nobel americano, afila y provoca sin embargo al sostener que “la consciencia no necesita una explicación, sino una cura”. Para Edelman la consciencia es un epifenómeno, algo que surge de la mera unión de procesos y estructuras, que no tiene consecuencias en nuestro funcionamiento (como el ruido del motor de un coche: lo acompaña siempre, pero no lo determina). Resulta curioso el paralelismo entre esta forma de pensar y lo que opina de la música el psicólogo Steven Pinker. Para Pinker la música es, simplemente “una tarta de queso auditiva”: cosquillea partes importantes del cerebro, como la tarta lo hace en la boca, pero no cumple ninguna función. Puede activar zonas relacionadas con la emoción, la recompensa, el lenguaje, la audición o los movimientos. Puede ser muy placentera, pero no cumple ningún objetivo. Es lo que se conoce como un parásito evolutivo, un subproducto que aparece a partir de otras funciones que son las realmente importantes.
(y aquí entro yo también al debate, aprovechando lo que escuché a Robert Zatorre, investigador en el Instituto Neurológico de Montreal, cuando afirmaba que para él la música era algo parecido al fuego. Es posible que fuera un subproducto (ya sea biológico o cultural), pero se había conservado de una forma tan evidente porque se había hecho necesario. Porque mejoraba la comunicación, porque aumentaba la cohesión en los grupos.)
Morgado no se detiene aquí. Intenta buscar una explicación a nuestra imposibilidad de entender el proceso de la materia a la imaginación. Busca que obedezca a algo. Aventura (reconoce que aventura) que puede resultar adaptativa, suponer una ventaja. Sostiene que dicha carencia seguramente esté detrás de nuestra arraigada tendencia a lo sobrenatural, a la necesidad de las religiones. “Creer” ayuda a vivir. Y poca gente tiene la educación y la preparación necesarias para vivir en la curiosidad, sin necesidad de un ´más allá´ justificador.Suena atractivo, es cierto. Pero (vuelvo a intervenir en el debate) se antoja, si no falso, incompleto. Si la educación es capaz de revertir la tendencia entonces su arraigo es extremadamente débil. Cuesta creer que la naturaleza haya conservado con ahínco algo que puede llegar a ser tan cultural, tan en cierto modo ligero.
Y Morgado sigue (pero con esto ya termina): apunta que quizás en algún momento seamos capaces de entender el proceso. Que quizás esa capacidad se haga necesaria y sea seleccionada por la evolución. Que tal vez se produzca un salto tecnológico que la convierta en imprescindible.
Tal vez. Pero no parece claro que la evolución siga su curso entre nosotros como antes lo hacía. Así lo piensa Matt Ridley, por ejemplo. En cualquier caso esto ya es pura conjetura.
Como lo es también y por ahora el asunto del determinismo y la libertad, del que también se habló. Pero para eso ya tendremos tiempo en unos días.
Somos un equipo de Psicólogas especialistas en clínica Infanto-Juvenil.Entendemos al niño dentro de un sistema familiar en el que la comprensión de los problemas incluye a padres e hijos. El desarrollo evolutivo normal y la capacidad que desarrolle el niño en su vida adulta para regular sus experiencias emocionales, va a depender, en gran medida, de las experiencias tempranas que el infante tenga en la primera etapa de su vida con los adultos que cuidan de él.Además debemos tener en cuenta las características individuales de cada niño: como la genética, los traumas tempranos o acontecimientos que hemos vivido que nos hacen responder de la misma forma una y otra vez, también la prematuridad que predispone al niño a presentar unas manifestaciones morfológicas y funcionales características de su propia inmadurez o la cromosopatía que se refiere a síndromes de origen cromosómico, etc... En este blog pretendemos dar un espacio a toda la familia, padres, hijos, abuelos, cuidadoras etc… e ir viendo los diferentes retos a los que se enfrenta cada uno en las diferentes etapas desde la primera infancia a la adolescencia.
Esther Gómez García-Romeral. Colegida número: M-18.209. Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid.Experta en psicoterapia infanto-juvenil y de adultos. Cuenta con 8 años de experiencia como psicoterapeuta trabajando en su consulta privada y en diferentes centros médicos de la comunidad de Madrid:Centro Clínico La-Chopera (Alcobendas),Centro Integral Sanitario Godín-Lorenzo (Daganzo),Centro Médico Navarro-Sánchez (Galapagar). Formadora para consultoras como TMI y EUDE de cursos para empresa de Gestión del estrés y Crecimiento personal.Directora del Centro de Psicología y Logopedia Arganzuela.En la actualidad trabaja como terapeuta en su despacho, dirige su propio centro de psicología y hace consultoría y formación para empresas.
Tomar la decisión de acudir a un psicólogo no suele ser fácil. Es cierto quecada vez más personas realizan un proceso terapéutico, encontrando resultados muy positivos al hacerlo pero, socialmente, hay una parte de la población a la que le cuesta tomar la decisión.
El proceso terapéutico debe tener unas características para que sea útil. Es necesario que dure un tiempo prolongado (en la mayoría de los casos meses e incluso años) debido a que los cambios duraderos a nivel comportamental y emocional sólo pueden conseguirse a fuego lento.Los cambios rápidos y drásticos duran poco.
En las primeras sesiones el terapeuta realiza una evaluación entrevistando a las personas necesarias. En el caso de la terapia infantil el psicólogo evalúa al niño, pero también entrevista a los padres y en algunas ocasiones a otros miembros de la familia como abuelos o cuidadores. También puede necesitar hablar con el colegio. Las entrevistas se complementan con la aplicación de cuestionarios o test de evaluación psicológica, necesarios en la mayoría de las ocasiones. Es importante que el terapeuta que se ocupe de un caso tenga la formación adecuada, un buen bagaje profesional y un análisis propio que suele durar varios años.En las etapas vitales tempranas se pueden eliminar factores de vulnerabilidad
Las dificultades emocionales difícilmente se pasan solas. Es cierto que en muchas ocasiones las personas y los niños tienen emociones negativas o desagradables porque están atravesando un momento vital duro y difícil, y el tiempo ayuda a que la situación vaya mejorando y con ello la emoción de las personas que la viven.
Los trastornos emocionales no se pasan solos
En muchos casos ocurre que, aunque se acabe la situación difícil, y ésta se pase, es posible que queden algunos temas emocionales pendientes de resolver que puede que la persona no sea plenamente consciente de su presencia. Estos temas pendientes pueden quedarse anclados y reaparecer en momentos vitales posterioresen forma de somatizaciones o de descompensaciones emocionales, en forma de ataques de ira o de ansiedad. O si la persona vive alguna situación parecida a la anterior, aunque ya se haya pasado, el no tener resueltas emociones o conflictos de acontecimientos anteriores puede hacer que la emoción se desplace y aparezca en forma de fobia o depresión sin saber muy bien de dónde venía.
En otros casos más graves, las personas pueden tener algún trastorno emocional. Esto convierte la terapia en necesaria para abordar la dificultad.Los trastornos emocionales nunca se pasan solos y la gran mayoría tienen origen en la infancia. Personas que han vivido alguna situación traumática en la infancia, como accidentes, operaciones quirúrgicas graves, muerte de alguno de los progenitores o hermanos, o situaciones de abuso físico o sexual, tienen mucha más probabilidad de desarrollar una patología emocional en la vida adulta que el resto de la población.Es necesario que los procesos terapéuticos duren un tiempo prolongado
Por eso queremos hacer hincapié en la conciencia real de estos síntomas y en lo necesario que se torna el abordaje terapéutico en la infancia de algunas dificultades. Haciendo terapia en esta etapa vital, el niño no sólo ve cómo se reduce su malestar en el momento presente que está viviendo, sino que elimina un factor de vulnerabilidad y en muchos casos genera factores emocionales protectores para la futura vida adulta. Por esto, en la infancia, dejarlo estar y esperar a que pase la dificultad nunca es buena opción. No se pasará solo.
El papel de los padres
En la relación entre padres e hijos, a nivel terapéutico, se pueden abordar muchos temas. Por supuesto, cada etapa vital tiene unas necesidades. No necesita lo mismo un bebé que un niño más mayor. Los papás deben adaptarse a las necesidades de cada edad y lo que es fundamental en una etapa, en otra es contraproducente.
Sin embargo, sí hay otro tipo de recursos emocionales, que son las llamadas capacidades de parentalización, necesarias a lo largo de todo el ciclo vital. Es cierto que sólo irse adaptando a lo rápido que cambian los pequeños es desgastador.
Los padres también tienen necesidades sólo por el hecho de ser padres. Cuidar del pequeño, hacerle crecer, enseñarle, educarle, ponerle límites, etc., supone una energía psíquica importante y además es constante, 24 horas al día. Los adultos también necesitan que cuiden de ellos para que ellos puedan cuidar de su hijo.
Desde el momento en que los papás esperan al bebé, puede haber cosas por abordar a nivel terapéutico. Durante el embarazado, se puede trabajar la regulación emocional de la madre, el proceso de cambio que se está tramitando, y el nuevo rol que debe enfrentar en breve; que es lógico que genere algunos miedos, inseguridades e incertidumbre. El padre también tiene sus necesidades; puede sentir algunos miedos, incertidumbres, temor a no saber cómo ayudar o cómo cuidar de la madre y del bebé.Mejorar el estado emocional de la mujer embarazada es mejorar la salud de la sociedad
Muchos profesionales acompañan a los futuros padres en el embarazo: ginecólogos, obstetras, matronas o enfermeras, pero ¿alguno de estos profesionales pregunta a la mujer embarazada por sus emociones? Afortunadamente, algunos profesionales de la salud están empezando a concienciarse de la necesidad del cuidado emocional de la embarazada para la futura regulación emocional del bebé.
“Mejorar el estado emocional de la mujer embarazada es mejorar la salud de la sociedad” (Vivette Glover).Si la madre se encuentra deprimida o ansiosa, el bebé lo percibe y llorará más, creando una mala interacción entre los dos. Las primeras interacciones son esenciales.
Las diferentes etapas vitales
Desde el nacimiento hasta los tres años, el psicólogo puede ayudar sobre todo al entendimiento y entonamiento de los padres con el bebé. Es una etapa de muchísima plasticidad en el desarrollo y todo lo que se haga con el pequeño tendrá mucho impacto, para bien y para mal.
Si ocurre que los padres encuentran dificultades a la hora de regular emocionalmente al pequeño, instaurar rutinas y establecer un vínculo de apego seguro, puede ser un buen momento para consultar a un psicólogo. En esta etapa se construyen los cimientos de la identidad del niño. Si el pequeño vive con mucha frecuencia emociones negativas y desagradables esto afectará a cómo se ve a sí mismo y a su futura autoestima.
Desde el momento en que alguno de los padres empieza a conectar con la posibilidad de consultar a un terapeuta es buen momento para hacerlo. Pero también es cierto que cada persona necesita tu tiempo para tomar la decisión. Digo que es buen momento porque, si la persona piensa en hacer terapia, es porque de alguna manera ocurre algo que le afecta, y siente que no sabe o no puede solucionarlo, o no tiene herramientas en ese momento, que sí se desarrollan en terapia. En estos años es muy común el abordaje de miedos no evolutivos, dificultades de relación con los iguales, dificultades escolares, baja autoestima y problemas de conducta.
En la adolescencia es fundamental que el terapeuta como primer objetivo genere un buen vínculo con el chaval. En estas edades llevan muy mal la sensación de que sus padres hablen de ellos con otra persona, así que es necesario que ellos sean los primeros en entablar vínculo con el terapeuta. Cuando la dificultad es importante e incapacita y afecta de forma significativa a la persona de manera que no puede hacer su vida normal, la terapia se torna necesaria.
ALIMENTOS QUE AYUDAN A MEJORAR LA MEMORIA Y
CONCENTRACIÓN
¿Cómo mejorar nuestra concentración y memoria? Aquí una serie de alimentos que te ayudarán tanto si tienes problemas de concentración como si quieres mejorar.
La cafeína nos aporta gran cantidad de energía y nos ayuda a concentrarnos. La cafeína la podemos encontrar en alimentos como el café, chocolate o te. Ahora sí, no se debe abusar en el consumo de cafeína, ya que podría causar nerviosismo, insomnio e incluso taquicardia.
El azúcar es una de las energías preferidas del cerebro, proveniente de los hidratos de carbono con una reacción química muy lenta. La ingesta de alguna bebida dulce nos puede provocar mayor potencial mental, pero sin llegar a un consumo exagerado ya que encontraríamos inconvenientes por lo que es más recomendable alimentos tales como legumbres, cereales y frutas.
Un alimento que puede ser también beneficioso para la memoria es comer un huevo al día, ya que es un alimento que posee colina y es una sustancia que le cerebro necesita.
El famoso omega 3 también es necesario y lo encontramos en los pescados, y nos ayuda a la evolución del cerebro así como para su desarrollo. El omega 3 juega un papel importante para la memoria, sobre todo cuando llegamos al envejecimiento. Se recomienda consumir mínimo 2 veces por semana algún pescado rico en omega 3.
También destacan como alimentos beneficiosos para le memoria las nueces y el chocolate ya que actúan como antioxidante ya que son ricos en vitamina E, evitando el envejecimiento del sistema nervioso y del cerebro. Se recomienda comer 30 gramos al día de cualquiera de cualquiera de las dos cosas.
También hemos encontrado un reciente estudio que establece que las personas que consumen frambuesa disminuyen notablemente el padecer enfermedades como la demencia senil o el Azheimer.
Por otra parte, destacar los alimentos ricos en vitaminas y minerales que colaboran con la concentración y memoria. Y leer también ayuda a mantener la concentración y mejorar la memoria.
Por último, destacar que también debemos realizar ejercicios de concentración y mejora de la memoria, pues si no usamos nuestro cerebro, este se va atrofiando y desentrenando. (Actualizado a 17-05-2012)
Capacitación en "Psicología de los grupos"
(General Pico) - Se inició ayer a la mañana en el Centro Cultural Maracó una capacitación sobre "Psicología de los grupos", organizada en forma conjunta por la Subsecretaría de Abordaje de las Adicciones del gobierno provincial y la Municipalidad de General Pico.
El amplio temario diseñado para el curso es desarrollado por la doctora Edith Barinaga, de amplia y reconocida trayectoria en el tema. Aproximadamente 150 personas, provenientes de diversas localidades (Trenel, Ingeniero Luiggi, La Maruja, General Pico, entre otras), colmaron la sala N° 1 del centro cultural. La capacitación finalizará hoy.
Asistieron al acto de apertura el subsecretario de Abordaje de las Adicciones, Roberto Moro; la diputada provincial Fernanda Alonso; y la directora de Familia del municipio local, Nélida Roldán.
El funcionario provincial señaló que se "intenta formar recursos humanos para el trabajo con grupos. Con las nuevas patologías dan muy buenos resultados las estrategias terapéuticas grupales. Históricamente se ha hecho por, ejemplo, con la adicción al alcohol. Por eso se decidió profundizar en el tema para formar una masa crítica de profesionales y auxiliares del área de salud. Esta forma de abordaje es útil no sólo para el caso del alcohol sino también para el tabaco y para patologías sociales como la ludopatía".
Formados.
Posteriormente añadió Moro que la capacitación está dirigida a "médicos, enfermeras, asistentes sociales, psicólogos, psiquiatras. Todos pueden trabajar con estrategias grupales. Pretendemos que los profesionales que están en distintos lugares de la provincia, ya sea en un centro de salud o en un hospital de alta complejidad puedan trabajar no sólo en los consultorios con entrevistas individuales sino también en la formación de equipos para hacer grupos".
Finalmente destacó que con la sucesión de capacitaciones concretadas en los últimos cinco años "tenemos profesionales formados en casi toda la provincia tanto para los abordajes sistémicos, grupales e individuales, y además eso incentivó que las ONG (Organizaciones No Gubernamentales) que ya trabajaban en La Pampa en esos temas también tengan profesionales con capacitación homogénea".
Actualizado:16-5-2012
Murcia.- La Sociedad Española de Psicología Experimental premia la labor investigadora de dos profesores de la UMU
La Sociedad Española de Psicología Experimental (SEPEX) ha otorgado el Premio al Mejor Artículo Científico de 2011 en esta disciplina al trabajo realizado por los autores Javier Marín Serrano y Miguel Ángel Pérez Sánchez, del departamento de Psicología Básica y Metodología y miembros del grupo de investigación de Ciencia Cognitiva de la Universidad de Murcia (UMU).
La SEPEX, que es la sociedad de referencia nacional en el campo de la psicología experimental, ha premiado a los investigadores de la UMU, que han desarrollado el artículo en colaboración con otros autores del ámbito internacional, según fuentes del departamento de Promoción de la Investigación de la UMU (Prinum), dependiente del Vicerrectorado de Investigación.
Dicho trabajo ha sido publicado en el 'Journal of Memory and Language' y, en palabras de los jueces que fallaron el premio, "el estudio es un avance sustancial en el conocimiento de los mecanismos básicos de aprendizaje léxico, hace una profunda revisión del estado del arte de las investigaciones y teorías sobre el orden de adquisición de las palabras".
Otras características elogiadas por el jurado son unas conclusiones con proyecciones teóricas y potencialmente aplicables y una investigación que incluye un "tratamiento experimental particularmente complicado" con experimentos que se extienden en el tiempo mucho más de lo que suele ocurrir en otros ámbitos de esta área.
El premio será otorgado el próximo congreso de la Sociedad que se celebrará este año en Lieja (Bélgica), y comprende una dotación económica de 1500 euros. La revista en la que se publicó el artículo obtuvo un importante factor de impacto el pasado 2010.
Actualizado:14-5-2012
Descubren un mecanismo de daño cerebral asociado al consumo crónico de alcohol
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Investigadores del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF), en España, han demostrado por primera vez que la neuroinflamación producida por el consumo crónico de alcohol causa alteraciones en la mielina, una sustancia del sistema nervioso responsable de la transmisión de impulsos nerviosos a lo largo de las neuronas. La pérdida o daño de mielina causa alteraciones como el retraso de los impulsos nerviosos y otras alteraciones asociadas. Por su relevancia científica, la revista Glia ha destacado el artículo sobre el particular en la portada de su último número.
El estudio pretende dilucidar si el consumo crónico de alcohol está relacionado con las alteraciones de la mielina, y cuál es el mecanismo causante de estas alteraciones. La mielina forma la llamada “vaina de mielina”, que recubre los axones de las neuronas.
Como apunta Consuelo Guerri, investigadora que dirige el Laboratorio de Patología Celular del CIPF, “por medio de técnicas de neuroimagen se había demostrado ya que existían alteraciones importantes de la mielina en alcohólicos, relacionadas con su consumo crónico, y que afectaban a la parte conductual; pero faltaba saber qué mecanismo estaba detrás de estas alteraciones y si la neuroinflamación participaba en él”.
Para llevar a cabo el trabajo, los investigadores utilizaron modelos animales a los que se suministró durante cinco meses un 10% de alcohol en agua, simulando los niveles comparables a un consumo crónico de alcohol. En los resultados de este proceso experimental, el equipo ha comprobado a través de técnicas de neuroimagen in vivo en estos modelos animales que el consumo crónico de alcohol causa una reducción importante de la mielina en cerebro.
La parte izquierda de la imagen muestra un cerebro normal; la parte derecha un cerebro afectado por el consumo crónico de alcohol en el que se observa el daño producido por la ruptura de las vainas de mielina. (Imagen: CIPF)
Además, mediante microscopía electrónica, los científicos han demostrado que el alcohol disgrega la vaina de mielina y puede contribuir a la neurodegeneración. Como explica Guerri, “hemos visto que se produce una reducción muy importante de las proteínas que componen la vaina de mielina, y que disminuye la expresión de genes de la misma, por lo que la vaina se rompe e incluso los axones se ven degenerados”.
De esta forma, se demuestra que el daño producido en la mielina es uno más de los efectos del alcohol sobre el cerebro. La mielina es una sustancia fundamental para transmitir los impulsos nerviosos, y por tanto para la conducta de un individuo, por lo que muchas de las alteraciones cognitivas pueden tener como origen alteraciones de la mielina.
Además, los investigadores necesitaban dar un paso más en el estudio para demostrar si la neuroinflamación o inflamación en el cerebro podría estar detrás como mecanismo causante de estas alteraciones.
Para ello, el equipo de científicos eliminó el gen de los receptores llamados “toll-like” o “TLRs”, responsable de la defensa inmunitaria en cerebro y de la neuroinflamación causada por el consumo de alcohol. En estudios anteriores, este mismo equipo de científicos había demostrado que el consumo de alcohol activa a uno de estos receptores llamado “TLR-4”, dando lugar a la liberación de citoquinas y compuestos inflamatorios que causan inflamación en el cerebro o neuroinflamación y daño neural.
De esta forma, en los modelos animales cuyos receptores TLR-4 se habían eliminado, los expertos comprobaron que se habían reducido de forma muy notoria las alteraciones de mielina, aunque no se habían eliminado por completo. Como expone Guerri, “los resultados indican que la neuroinflamación participa en gran medida en las alteraciones de la mielina; aunque observamos que también existirían otros mecanismos que contribuyen en menor medida”.
La comparación entre las imágenes del cerebro de modelos animales con receptores y sin receptores es muy visual. Así, en los modelos animales normales de consumo crónico de alcohol se puede observar una evidente reducción de la mielina y una ruptura completa de las vainas de mielina, que en estado normal suelen ser bastante compactas. Sin embargo, en los modelos animales con los receptores silenciados no se observa una reducción importante, y las vainas conservan su aspecto habitual.
El Laboratorio de Patología Celular del CIPF cuenta con una amplia experiencia en el estudio de los mecanismos implicados en la neurotoxicidad que provoca la ingesta de alcohol tanto de forma crónica como de forma intermitente. Entre sus líneas de investigación se encuentra el estudio de las bases moleculares y celulares del etanol, y los efectos del consumo de alcohol sobre el cerebro adulto y en desarrollo, así como los mecanismos que provocan la muerte neuronal, la neurodegeneración y el Síndrome Alcohólico Fetal.
Actualizado:10-05-2012
El tipo de memoria que suele degradarse más al envejecer
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Aparte de enfermedades cerebrales específicas, el cerebro sufre un desgaste normal al envejecer. La memoria, en sus diversas facetas, es una de las habilidades mentales que más se resiente con la edad avanzada. En una nueva investigación, se ha analizado ahora qué componentes cerebrales de la memoria fallan más con el envejecimiento. Y los resultados han sido un tanto inesperados.
A juzgar por los indicios obtenidos en estudios previos, todo parecía apuntar a que sería la memoria espacial la más afectada por el envejecimiento. Pero en vez de esto, los autores del nuevo estudio han descubierto que el cerebro envejecido parece tender más a perder su capacidad de reaccionar a indicios que indican cuándo es el momento de dejar, aunque sea momentáneamente, la tarea en la que se trabaja, para pasar a ocuparse de otra. De todas formas, esto concuerda con la dificultad que tienen las personas de la tercera edad para hacer varias cosas al mismo tiempo, y explica la causa precisa.
El equipo de Mark Laubach, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, en New Haven, Connecticut, Estados Unidos, estaba estudiando el impacto del envejecimiento en la memoria de trabajo, el tipo de memoria que nos permite recordar que la cena está cocinándose mientras hablamos por teléfono, y que no podemos dejarla demasiado tiempo al fuego o se quemará. Los investigadores examinaron la actividad cerebral en la corteza prefrontal medial de ratas jóvenes y viejas. Esa corteza está relacionada con la memoria espacial de trabajo, el tipo de memoria que nos permite saber dónde hemos dejado hace un rato dos objetos que hemos estado usando.
La capacidad de cambiar entre tareas tiene una importancia crítica para muchas actividades cotidianas. (Foto: Yale U.)
La capacidad de cambiar entre tareas tiene una importancia crítica para muchas actividades cotidianas, tanto en el hogar como en el puesto de trabajo. Los errores del cerebro en vigilar cuándo es el momento de cambiar momentáneamente de actividad es lo que hace que una persona que charla por teléfono olvide sacar del fuego la comida antes de que se queme.
El equipo de investigación encontró que las neuronas en la corteza prefrontal medial de las ratas de mayor edad reaccionaron más lentamente a las señales que indicaban que había una recompensa disponible. Por el contrario, estas señales dispararon de inmediato una respuesta en las ratas jóvenes.
Las neuronas en las ratas viejas emitieron menos impulsos o "disparos" en respuesta a los indicios que predecían una recompensa. Estas ratas no lograron reaccionar de manera inmediata a los indicios.
Los investigadores esperan que mediante un mejor conocimiento de los mecanismos subyacentes en la memoria de trabajo sea posible algún día hallar tratamientos para refrenar o quizás incluso eliminar el deterioro de estas funciones cerebrales.
En esta investigación también han trabajado Marcelo S. Caetano, Nicole K. Horst, Linda Harenberg, Benjaminine Liu, y Amy F.T. Arnsten, todos de la Universidad de Yale.